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La ciudad de Puno, a orillas del Lago Titicaca, se convertirá en la capital folclórica del Perú durante las dos primeras semanas de febrero. Cuarenta mil bailarines y músicos de aproximadamente 170 grupos de 13 provincias celebrarán la Fiesta de la Virgen de la Candelaria, una de las mayores festividades religiosas de los Andes peruanos.

Uno de los días más importantes del festival es el jueves 8 de febrero, cuando se celebra la Misa solemne de la Octava y la procesión en honor a la Santísima Virgen de la Candelaria, acompañada de conjuntos de danzas nativas (en trajes típicos y nativos) el tradicional montaje de alfombras de flores. El domingo, 11 de febrero, es otra fecha importante, pues se realiza el Concurso de Danzas en Trajes de Luz, en homenaje a la Santísima Virgen de la Candelaria. En los días 12 y 13 del mismo mes, grupos de bailarines y músicos desfilan por las principales calles de la ciudad de Puno.

Es importante destacar que existen tres ejes que caracterizan la fiesta. El primero, una gran devoción religiosa mantenida desde hace siglos y que se ha convertido en una de las manifestaciones religiosas más impresionantes de América. El segundo es la música y la danza: los grupos participantes ensayan en toda la ciudad de Puno y eso permite una convivencia igualitaria e intercultural entre niños, jóvenes y adultos. Como ejemplo, podemos nombrar al Barrio del sikuris Mañazo, uno de los grupos de danza más antiguos y representativos del festival, con más de 120 años de actividad. El tercer eje es la elaboración de los trajes para los grupos de bailarines. Este aspecto permite a los jóvenes transmitir tradiciones, técnicas, patrones y símbolos de generación en generación.

Desde el 2014, el festival forma parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Perú también salvaguardó la fiesta de la Virgen de la Candelaria, proclamando la ciudad de Puno “Capital del Folclore Peruano”. Desde 2003, se considera el patrimonio cultural del país.

Carnaval en Perú

Así como en Brasil, el carnaval es una manifestación cultural muy fuerte y representativa en el Perú. Todas las regiones del país celebran el carnaval, en los meses de febrero o marzo (de acuerdo con el calendario religioso), durante varias semanas, con festejos en las calles, bailes, celebraciones, músicas, danzas, desfiles de carros alegóricos, además de la gastronomía.

El carnaval de Ayacucho (en el sur de Perú) es una de las manifestaciones culturales más auténticas conservadas por la población local, declarada patrimonio cultural de la Nación, por el Instituto Nacional de Cultura del Perú. En él se expresan la creatividad y sensibilidad del pueblo ayacuchano a través de las fantasías y máscaras, danzas urbanas y rurales, de las nuevas canciones y sátiras (creadas de acuerdo con el momento actual), improvisaciones picantes y la declaración del “Ño Carnavalon” (Rey Momo) . Las particularidades del carnaval ayacuchano llevan en su espíritu la esencia auténtica que mezclan la alegría infantil, juvenil y adulta; un atractivo para quien quiere jugar, bailar, divertirse y apreciar la belleza de la ciudad y sus alrededores, así como la cálida acogida del pueblo.

 

Marco Garro

En Cajamarca (en el Norte de Perú), conocida como la “Capital del Carnaval Peruano”, se destacan los concursos de improvisaciones llenas de versos audaces, también llamados “matrimonios”, y la presencia fuerte y alegre del “Ño Carnavalón”.

En el caso de Iquitos (Capital de la Amazonía Peruana), el carnaval se festeja con bailes por las calles, que giran en torno a las “Humshas”, palmeras colocadas por los moradores de los barrios, y bromas con agua entre los folios. Allí, la cocina loretana también es bastante tomada en consideración en esa época.

Arequipa (Sur Perú) reúne en su carnaval una verdadera competencia entre los jóvenes solteros y sus respectivos barrios, en que juegan el carnaval y la lucha por el título de la danza, que tiene el traje más hermoso, que se celebra con más ira, gracia y alegría.