Ya se sabe que el Alentejo es uno de los más importantes destinos del mundo cuando el asunto es enoturismo. Con sus escenarios pintorescos y campos dorados, el destino reúne los más premiados rótulos, además de una amplia oferta de vinícolas por todo su territorio.
Son más de 250 productores y viñedos que se extienden por más de 20 mil hectáreas, con muchas variedades de uvas y tipos de producción, que resultan en aromas y notas exclusivas. Lo ideal es aprovechar las pequeñas distancias, recorrer el mayor número de lugares y experimentar experiencias únicas.
A continuación se indican los principales motivos para desagradarse y visitar más de una bodega durante su estancia en la mayor región portuguesa.
1) Disfrutar de los mejores paisajes de Alentejo
En cada esquina de la región hay una bodega a ser descubierta. En su mayoría, las propiedades están localizadas un poco más lejos de las ciudades alentejanas e impresionan por sus campos de viñedos y otros tipos de vegetación. Por eso, esta es la oportunidad perfecta para deslumbrarse en los panoramas bucólicos y desentrañar los pequeños tesoros a lo largo de las carreteras alentejanas.
2) Conocer los diversos tipos de producción
Prepárese para ver los variados procesos de la fabricación del vino. Hay vinícolas con producción a gran escala y otras que aprecian la simplicidad de una técnica centenaria y mucho más lenta. Para la etapa de almacenamiento, hay métodos distintos también: el más común es usar barriles de roble francés. Sin embargo, algunas hacen la fermentación en depósitos de inox, lo que da un sabor diferente a la bebida. La Herdade do Rocim, en la pequeña villa de Cuba, utiliza la talla – técnica ancestral de fermentación en grandes recipientes hechos de barro – y la Bodega Ervideira envejece uno de sus más famosos vinos en las aguas del Lago Alqueva.
3) En cada bodega una atracción diferente
Además de las visitas guiadas a las bodegas y bodegas, son innumerables las actividades para hacerse en las bodegas. En la Quinta do Quetzal, en las afueras de Beja, los visitantes son tostados con exposiciones de arte contemporáneo. La Adega Mayor, en Campo Maior, proporciona paseos de globo de aire caliente y picnics. A mediados de septiembre, los visitantes pueden colocar la mano en la masa y participar en las vendimias, el período de cosecha, y la pisa de las uvas.
4) Degustar los platos de la gastronomía singular
En la región del Alentejo, ‘se bebe bien’, pero ‘se come’ mejor aún. Una de las más auténticas gastronomías de Portugal, la experiencia en vinos queda aún más completa cuando se armonizan con las deliciosas comidas típicas, como carne de cerdo y cordero. La Herdade da Malhadinha Nova, en Albernoa, cuenta con un restaurante con platos sofisticados, todos inspirados en la cocina local. La Bodega Cartuxa, en Évora, famosa debido al conceptuado Pêra-Manca, tiene un menú perfecto para acompañar la degustación.
5) Vías a perder de vista
Cuanto más vinícolas visitar, más aprender sobre las influencias de los sabores. Una de las características del vino alentejano es la mezcla de diferentes frutos de la viña. La Herdade do Esporão, en Reguengos de Monsaraz, planta más de 40 tipos para producir sus marcas. Entre las castas más usadas están Aragonés, Trincadeira y Touriga Nacional, entre los tintos; y Antão Vaz, Ropero y Arinto, en los blancos. Las variedades de suelos encontrados en el destino también determinan esos sabores.
6) Cuanto más vino, mejor
Experimentar una buena copa de vino es una experiencia fascinante que permite conocer el sabor, la textura y el aroma de las bebidas de alta calidad, como las producidas en el Alentejo. Para los amantes de esta delicia, la prueba vínica ya es una buena razón para ir a diferentes lugares y saborear de las más diversas marcas y tipos, como tintos, rostros y blancos. Los principiantes todavía pueden aprender más sobre cómo degustar, usando todos los sentidos para obtener sensaciones únicas que sólo el vino alentejano proporciona.
Foto: GONCALO VILLAVERDE